La utopía se convierte en realidad
La exasperación del pueblo catalán ha estallado.
A pesar de la negación por parte del gobierno español, la masiva manifestación del 11 de Septiembre fue un día histórico para Catalunya. Un millón y medio de personas, de distintas poblaciones catalanas, desbordó las calles de Barcelona con proclamas a favor de la independencia.
En la cabecera de la marcha se podían leer las palabras: “Catalunya, nuevo estado de Europa”. Hoy, la razón de identidad como pueblo se une a la crisis económica y al aumento del menosprecio por parte de España.
Todo catalán recuerda la pérdida de su identidad en la Guerra de Sucesión en 1714, cuando fruto de una gran disputa y la posterior conquista militar fue absorvida por España y se abolieron todos sus derechos milenarios en el Decreto de Nueva Planta. Todo y eso, y los posteriores maltratos hacia su cultura y tradición siempre ha luchado por su recuperación nacional convirtiéndose, en los siglos XIX y XX en el motor industrial de España.
Debido a la experiencia con la dictadura de extrema derecha española y la imposición de una visión unitaria a nivel de estado, con un mismo pensamiento y cultura, padeció, una vez más, una gran aniquilación como pueblo. La llegada de la Constitución en 1978 volvió a restaurarle parte de sus derechos lingüísticos, culturales y económicos. Siempre resaltando su inclusión dentro de España como una autonomía más.
En los años 80 se estableció un Fondo de Solidaridad a nivel del país, en éste las autonomias con más poder económico colaboraban con las regiones con un desarrollo inferior. Durante 26 años Catalunya ha contribuido con el 8% de su Producto Interior Bruto al Estado central, siendo la tasa de soporte más elevada de toda Europa. A cambio ha recibido inversiones mínimas en infraestructuras y los puertos y aeropuertos se han gestionado siempre desde Madrid para centralizar la economia. El empobrecimiento de la región ha ido aumentando drásticamente en los últimos años.
En el 2006 se revisó y aprobó un nuevo Estatuto de Autonomia en Catalunya, en el cual se expresaba su voluntad de forma democrática respetando los derechos individuales y colectivos y teniendo en cuenta el marco institucional del estado central. Una vez en España, fue recortado eliminando los principales referentes a temas de identidad y de reconocimiento como pueblo. Después de diversos intentos y de nuevos recortes nunca ha sido aplicado debidamente.
Así pues, después de treinta años, el pueblo catalán ha hecho lo posible para sentirse integrado dentro de España. El hecho de proteger su lengua, su cultura, sus derechos, sus tradiciones y su estructura social y económica nunca ha sido bien visto a nivel del Estado español. La ignorancia y frivolidad ha sido el menú diario por parte de España.
Por tanto, el modelo autonómico español no responde a las necesidades y expectativas de Catalunya. Este absoluto fracaso ha sido fundamentalmente por el poco respeto hacia la realidad plurinacional y de diversidad lingüística; todo y creando estructuras sociales, económicas y culturales contrarias al desarrollo de la nación catalana, manteniéndola siempre bajo la soberanía española. La fuerte represión cultural y la destrucción económica de la nación han incrementado la desafección de la población, y como consecuencia el sentimiento independentista. Incluso catalanes, no nacionalistas, ven la independencia como la única salida para el progreso social y económico de Catalunya.
En los últimos años se han organizado infinidad de movimientos para avanzar hasta su objetivo; ya sea por medio de consultas populares, actos públicos, documentales o diversas marchas.
Estos días, diversos medios internacionales han hecho eco de la noticia y su realidad actual, lo cual incómoda al gobierno central presionándolo hacia un debate político en primer plano. Su reacción, pero, sigue siendo la transmisión de miedo, alarma social, maltrato mediático y alertando un futuro catastrofista. Se niegan a escuchar la voluntad del pueblo de Catalunya y a reconocer su carácter diferencial.
El ahogo constante con actos de ignorancia, poca gratitud, egoísmo y faltas de respeto ha incrementado las ansias de libertad. Todo ello aboca en una fuerza acumulada durante años y ahora avanza por una corriente imparable hacia un prospero comienzo.
Hoy, las palabras secesión, libertad e independencia resuenan más alto que nunca, y esta vez los catalanes no cesaran hasta lograr su bienestar; tomando conciencia que el final de la unión ha llegado y emprendiendo el camino hacia la autodeterminación.
Los pueblos tienen derecho a tejer su propio futuro, dejando de ser esa voz silenciada y construyéndose como un pueblo que grita al unísono Libertad.