Ya no

Tumbada sin toalla en una playa inmensa. Una gota de sudor resbala por su sien. Su respiración apenas le llega al pulmón. El sol quema su rodilla izquierda, esa cicatriz reluciente. Dicen que es la playa sureña más salvaje de la península. A ella le parece una tierra olvidada. Inerte. Anónima. Es la primera vez que viaja sola. Así te encuentras a ti misma, dicen.

Un soplo de viento levanta una nube de arena que la cubre por completo. Se da cuenta que se ha dormido. Siente el deseo de adentrarse en el mar, pero hay algo que se lo impide. No tiene miedo a quemarse. Dobla sus piernas en posición fetal. Observa una pareja a lo lejos. No hablan, solo miran al mar. Sus cuerpos húmedos, su mirada fija, su sincronización con el paisaje. Un pellizco atora su respiración. Se vuelve frente al cielo desnudo. La goma del bañador le aprieta la entrepierna. Ha deseado durante meses estar ahí. Lejos de todo y de todos. Una casita blanca, libros por leer y el mar. Se rasca el hombro derecho con saña. Siente la textura caliente de la arena bajo su espalda. La luz del sol la atraviesa. Desea incorporarse, aproximarse a la orilla pero el peso del cuerpo no se lo permite. Ya se van marchando, las sombras se van, la atrapa el frío del atardecer y ahí sigue. Escucha un movimiento. Al abrir de nuevo los ojos distingue a un vendedor ambulante acercarse. Lleva la camisa desabrochada. Se le acerca al oído. Me piensas, pregunta. No, ya no. 


*Text publicat a la revista Letraheridas. Revista de libros y cultura, número 19. Pàgina 39. ISSN 2692-4376. Octubre 2021

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