Día 4: Lima y Cuzco.
Después de una ducha fría me despierto de repente. Disfrutamos de un buen desayuno mientras comparamos la política catalana con la peruana. La familia peruana resulta bien informada de todo lo que envuelve la política y la historia peruana. Después de varios consejos de última hora partimos hacia el aeropuerto en compañía de Milenko y Arles. Allí nos despedimos cálidamente y prometemos vernos en unos días.
A media tarde llegamos a la hermosa ciudad de Cuzco, también llamado el ombligo del mundo. El taxi nos lleva hasta el corazón de la capital Inca, la plaza de Armas. Admiramos la plaza y nos dejamos atrapar por las sombras y la luz que ejerce el sol sobre los distintos edificios. Hay dos iglesias en la misma plaza: la catedral y la iglesia de la compañía de Jesus, ambas de estilo colonial.
Encontramos alojamiento sin problema, en una antigua casa colonial con patio interior. No dejamos de elogiar la ciudad. Tomamos fotos y fotos y nos dirigimos a encontrar algún lugar en donde quedarnos todo el mes a un precio razonable. Entramos en una pequeña casita de seis habitación y con balcones azules. Después de regatear lo necesario decidimos regresar al día siguiente.