Día 24: el cañón del Colca










Nos levantamos muy muy temprano para poder ver a los cóndores antes de las 9 de la mañana. El frío resulta insoportable. De camino a la Cruz del cóndor hacemos varias paradas en algunos pueblos con bonitas iglesias coloniales, como Yanque o Maca. En éste segundo observo como algunos lugareños colocan un águila en tu hombro a cambio de unos soles. Me siento indignada y se lo comento a la guía, ya que la mayoría de las personas de nuestro grupo se toman dicha fotografía. Ella me comenta que tienen licencia. Yo le digo que no se debería fomentar esa práctica ya que leí que son aves en peligro de extinción. Ella me da la razón pero no les comenta nada.

De camino a la Cruz del Cóndor nos comentan que solo quedan 45 cóndores en esta zona y que también estan en peligro de extinción. Caminamos hasta lo alto de la Cruz. Procuro desplazarme del grupo y quedarme la última para poder disfrutar de la tranquilidad y la magia del lugar a solas.

Observo algunos de los primeros cóndores desde mi paseo. Resulta majestuoso su vuelo. Planean sobre nuestras cabezas y gozo de sus colores y sus dimensiones. Sus movimientos proporcionan una sensación de libertad increíble dejándose caer en la profundidad del Cañón del Colca (el más profundo del mundo). Mientras disfruto del espectáculo conozco a un chico argentino que me comenta que vive en la segunda Barcelona (Buenos Aires) y me explica sus experiencias en Perú. Se queja de la manera en la que le transportan de un lugar a otro en el autobús turístico; dice sentirse como ganado. Estoy totalmente de acuerdo. Lo bonito seria llegar allí por tu propio pie pero deberíamos dormir en algún poblado de alrededor y necesitaríamos más días. 

En la siguiente parada, un mirador increíble en donde se dividan los poblados de Madrigal y Lari volvemos a coincidir. En dichos poblados los lugareños seguían la técnica inca de deformar los cráneos hasta hace bien poco. También creían que cuando los volcanes erupcionaban era porque los dioses se sentían traicionados por sus pecados y entonces lanzaban personas vivas al cañón de modo de ofrendas. 

Observamos algunas tumbas preincas en lo alto de la montaña. Nos explican que eran enterrados en posición fetal, tal y como hacían los incas, debido a que creían en la otra vida y de ese modo nacían otra vez. Seguimos el recorrido del río Colca todo y observando los valles y los distintos poblados.

No soporto cómo cada turista baja del autobus sin saber lo que observa toma una fotografía y vuelve a subir al bus. Obvian las sensaciones que te proporciona el paisaje, el clima, el lugar y el conocimiento de quienes vivieron allí.

Después de insistir a la guía que nos dé rienda suelta a nuestros intereses comemos a nuestro aire en un pub irlandés. Seguidamente tomamos el bus de regreso a Arequipa. Deseo pasear y visitar varias casas coloniales e iglesias pero no disponemos del tiquet de autobús de regreso a Cuzco, por lo tanto nos dirigimos directamente a la estación terrestre en donde cenamos y esperamos a que salga nuestro autobús.







Entrades populars