Tam Coc y Hoa Lu
Hoy, durante el desayuno converso con distintas personas. En primer lugar, con un señor que resulta ser budista y su hijo. El padre vestido con una gran túnica dorada me pregunta si en mi país residen muchos budistas. Yo le digo que no. Su hijo vive en Australia y pasan unos días juntos de vacaciones. Después me encuentro con un chico ruso, que se crió en NYC y un chico británico. Hablamos un rato y quedamos para cenar más tarde.
Me encamino a la que será mi ultima excursión aquí. Hoa Lu y Tam Coc. Agarramos la carretera y vuelvo a verme de bruces en Hanoi. La gran ciudad por excelencia, con todo el encanto que desprende, sus gentes rebosantes de energía a cualquier hora del día. La motocicleta multiusos. Se puede transportar desde patos a un ordenador, desde larguísimos cables a toda la familia. Resulta curioso ver cómo un camión bloquea el paso de toda una fila de vehículos con el único propósito de comprar unos limones. La vendedora de fruta está en el arcén de la carretera. Sin duda es otra vida.
En mi grupo soy la única que no soy vietnamita. Comparto trayecto con una familia del sur que viven en distintos puntos del mundo y se han unido para hacer este viaje en común. Para ellos resulta tan nuevo como para mí.
Hoa Lu es la antigua capital de Vietnam. Quizá fue por su situación geográfica, rodeada de inmensos peñascos, imposible de irrumpir en ella excepto por el río. Actualmente no se conserva en muy buen estado. Su ciudadela resulta estar casi toda destruida. Solo dispone de dos templos aun enteros.
Allí encuentro a los primeros grupos de turistas del Estado Espanyol de todo mi viaje. De todos modos no me molesto en acercarme debido a célebres comentarios como: Todos los templos son iguales o Estoy ya aburrida. Además de su elevado tono de voz. Comemos en un restaurante vietnamita donde converso con la familia que me acompaña.
Me gustaría hacer una pequeña reseña a cerca de los restaurantes que he visitado. Si no son turísticos resulta difícil que dispongan de servilletas, en algunos disponen de papel de baño o hojas de papel a pedazos. El los restaurantes locales es difícil que te sirvan bebida, ya que ellos no beben mientras comen. No suelen comer verdura fresca, solo cocinada. No comen chocolate y el arroz blanco no puede faltar en una mesa.

La guía de la cual disponemos no da grandes explicaciones durante el viaje y cuando lo hace no logro entender una palabra. De todos modos resulta muy cariñosa conmigo en todo momento.
Al llegar a Hanoi me encamino de nuevo a un Highlands coffee para deleitarme con mi último brownie en dicho lugar. Lo disfruto. Lo saboreo en homenaje a mis amigas cooperantes.
Después vuelvo al hotel donde los chicos que he conocido ese día me estan esperando. Tomo una ducha y nos disponemos a buscar un lugar especial para cenar. El lugar es exquisito aunque resulta algo caro. Una pareja de Israel nos acompaña. Después tomamos unas copas hasta que el cansancio nos hace regresar. Disfruto mucho de su compañía. En especial con Oleg. Finalmente después de unas largas vueltas regresamos al hotel. Una gran despedida.