Halong
Nos despertamos temprano y nos embarcamos en un viaje de tres horas en autobús hasta Ciudad Halong. Después, allí cogemos el barco para recorrer la Bahía de Halong. Antes de subir compro un collar de perlas de río a una vendedora ambulante. Siete dólares. Resulta caro.
Halong Bay me resulta increíble. Fascinante. Maravillosa. Sorprendente. La única pega es la falta de libertad en el tour. Demasiados turistas siguiendo un mismo patrón. De todos modos es el único modo de recorrer la conocida bahía.
3000 islas que construyen un dibujo a tu alrededor, la silueta de los barcos baila el mismo son que las nubes y el fondo del cuadro reconforta nuestros sentidos. Pequeñas barcas de vendedores rodean el barco. Disponen de mil y un producto importados.
El calor y la humedad no cesan así que decidimos saltar al mar. Realmente no muy apetitoso pero no nos lo pensamos.
Cae la tarde y el sol se esconde tras las altas cimas. El paisaje es conmovedor. La luna vuelve a dibujar las siluetas de las montañas.
Después de cenar volvemos a vislumbrarlo. La caída del mis párpados resulta complicada ya que cuesta apartar la mirada de semejante belleza.