Halong Bay
A las 6.30 a.m nos disponemos a practicar kayak. En ese momento el sentimiento de libertad crece. El único inconveniente es que mi compañera de Korea resulta sensiblemente temerosa y por lo tanto trato de modificar el rumbo con tal de tranquilizarla. Durante ambos días he procurado alejarme un poco de mi grupo de proyecto y así abrirme a conocer otros puntos de vista. Conozco a un grupo de catalanes, no muy catalanes de hecho, y paso con ellos unas horas aunque no aportan nada nuevo a mi camino.
Después converso con una chica argentina que vive en Donosti. Tiene 30 años. Sigue buscando su rumbo. Hablamos de cómo está la situación en Argentina actualmente. También discuto con mi compañera danesa acerca del papel de la OTAN y comentamos la constitución de su país. Aprendo sobre cómo es la situación de vida en Corea del norte con un compañero que vive en Corea del Sur. Finalmente acabamos hablando de amor.
Paso la tarde charlando de la educación en Bélgica y en Francia con ciudadanos de ambas partes y compartimos puntos de vista a cerca de la educación en Vietnam. A la vuelta me reencuentro con una chica mejicana con la que crucé un par de palabras en el trayecto de ida. Le comento el tema del libro que estoy leyendo y terminamos hablando de Juárez.
Antes de adentrarme al largo camino de vuelta vuelvo a ver a la chica que me vendió el collar. Me recuerda y sonríe. Me explica que trabaja allí cada día, que tiene un niño de cuatro años y que su marido trabaja como taxista de motocicleta. Me comenta que está embarazada de cuatro meses. Pensándolo mejor, quizá el collar no resultara tan caro.