Segundo día: Ha noi
Empiezo el día organizando las habitaciones donde estarán los niños y las niñas. Después me adentro en Ha noi, paseando por el mercado, reconociendo olores, viendo cómo los vendedores depositan los alimentos a pie de calle y ofrecen los animales vivos hasta que el comprador decide obtenerlos. Resulta curiosa la posibilidad de observar perros cocinados a fuego lento.
El calor no me deja respirar, se me pega a la ropa y resulta realmente incómodo. Después del regateo necesario encontramos un viaje a Halong Bay para ese fin de semana a buen precio.
Después de comer, unas chiquitas nos preparan una clase de vietnamita básico, lo cual nos acerca un poquito más a dicha cultura y nos explican cómo los franceses cambiaron su alfabeto.
Antes de la cena me relajo como puedo y recupero el cansancio acumulado de estos días. Me despierto con ganas de descubrir mucho más.
La lluvia está a punto de cubrir la ciudad y tengo la impresión que vendrá muy bien para neutralizar el cálido ambiente. Ya empiezan a caer las primeras gotas. Descienden desde las puntiagudas estructuras de los tejados hasta llegar a las calles en donde todavía se encuentran los restos del mercado de esa mañana.