Noveno día
Me levanto temprano para aprovechar la mañana, ya que por la tarde debo dar clase. Paro una moto taxi para que me lleve al mausuleo de Ho Chi Minh. Solo dispongo de dos horas antes de comer. Una vez allí puedo palpar la tremenda admiración que sienten los vietnamitas por su figura. Le tienen embalsamado en una urna de cristal y está constantemente rodeado de guardias. Después visito la casa donde vivió y el museo. En el museo puedes explorar los triunfos de los vietnamitas de la mano de Ho Chi Minh, además de conocer los antecedentes históricos a su poder. En una de las salas del museo me sorprende descubrir un pequeño homenaje al Guernika de Picasso, ademas de algunas referencias a Dalí, Miró y Braque. Me siento más cerca de casa.
Llego justa a la comida. Después de comer vuelvo al aula, esta vez sin ningún long term volunteer, por lo tanto requerimos la ayuda de algunos de los nuestros. En mi clase tengo 6 alumnos y en la que da mi compañera solo hay 1. Se dividen por niveles y me toca improvisar una serie de actividades y ejercicios para conocer su nivel. Resulta gratificante que mis compañeros me digan que han disfrutado con mi clase, ya que lograba organizar la clase y captar la atención de los alumnos y alumnas. Los voluntarios que me acompañan me sirven de apoyo para estar al tanto de su comportamiento y proporcionar ayuda a los que tienen dificultades.
Después nos trasladamos al centro de la ciudad para saborear un refresco en las highlands. Es todo un premio. En un rato volvemos a la casa ya que hoy es la American night y los norteamericanos llevan cocinando durante horas. La comida resulta excelente. Antes de comer nos invitan a servirnos nosotros mismos haciendo referencia a la mayoría de restaurantes de su país.
Finalmente decidimos acabar el día en un karaoke. Después de intentar compartir sala con residentes vietnamitas, nos resignamos y adquirimos una para nuestro grupo. Resulta divertido aunque se nos hace tarde.